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Sólo un empujoncito

Desde el comienzo de la pandemia, el mundo en general a experimentado muchísimos cambios en su día a día. Cambios que nos igualan más a una persona del mismo nivel socio-económico de cualquier lugar del mapa que a un vecino que a lo mejor vive en nuestra misma manzana.

Escuchamos muchas cosas al respecto, dicen que la situación traerá cambios profundos en la manera en que nos relacionamos, dicen que la humanidad aprendió que el consumo no es necesario y que se volverá más prudente y cuidadosa antes de abrir la billetera pero, también nos dicen que el consumo electrónico creció exponencialmente y que muchas personas que no lo usaban hoy lo hacen confiada y tranquilamente.

Las video-comunicaciones podemos decir que son las grandes mimadas del momento. La tecnología acortó distancias como nunca antes, todos sabemos lo que es Zoom, Meet, Skype o Teams. Los abuelos pueden charlar con sus nietos, los padres con los hijos que viven con su madre, los marineros logran contactarse con cada puerto y así. Mientras tanto Zoom pasó de 150.000 suscriptores a 15.000.000 de la noche a la mañana y Meet se transformó en el colegio de millones de chicos.

Para mi, sólo aceleramos sobremanera el ritmo de cambios que se estaban dando sin prisa pero sin pausa. La pandemia nos atravesó y no volveremos a ser los mismos, cómo siempre ha pasado en la historia. La trampa está en hacernos creer que los cambios no deberían darse y que debemos ser los mismos. Nunca somos los mismos. Cuando en 1900 la fiebre española, seguro que la sociedad no volvió a ser la misma, cuando las guerras mundiales seguro que tampoco y así…

Bienvenidos los cambios siempre, los buenos, los que para mejor y los que no se apoyan en millones de muertes para suceder. Bienvenidos los cambios que nos hagan mejores sin que nos lo sentencien los que siempre mandan.

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