Política

La Argentina Que Late en las Sombras

(Un homenaje a los que construyen país cuando nadie los mira)

Argentina no se derrumba. No del todo. No mientras existan esos héroes anónimos que remiendan el tejido social con uñas, ingenio y una terquedad que debería ser monumento nacional. No hablamos de los próceres de bronce ni de los funcionarios que prometen futuros brillantes en cadena nacional. Hablamos de la maestra rural que hace 40 kilómetros de caminos de tierra para enseñar a leer bajo un árbol. Del médico que atiende con linterna en un puesto sanitario sin agua caliente. De las madres que cocinan en ollas populares mientras crían a sus hijos y a los hijos de otros.

La Geografía de lo Invisible

En un país obsesionado con mirarse en el espejo de Europa o EEUU, estos personajes escriben otra épica: la de la dignidad cotidiana. Mientras el discurso público habla de «fracaso» o «éxito» según indicadores macroeconómicos, ellos miden el progreso en:

  • Platos servidos en el comedor del barrio.
  • Letras aprendidas por un niño wichí en el Impenetrable.
  • Adictos recuperados que abrazan a sus madres después de años perdidos.

No son santos: son gente que eligió hacer algo cuando lo fácil era quejarse o irse.

Los Nuevos Próceres (Con Olor a Olla Popular y Tiza)

1. Los Maestros Territorio
Como la señora Norma de Jujuy, que convirtió su patio en aula cuando la escuela cerró. Sus pizarrones son chapas recicladas; su currículum, enseñar a soñar entre sequías y políticas educativas cambiantes.

2. Los Médicos Sin Hora ni Prepaga
El doctor Lorenzo atiende en La Quiaca con termo de mate y estetoscopio gastado. Su consultorio es una camioneta; su jornal, interminable. «Acá no hay burnout —dice—, hay gente».

3. Las Madres Guerreras
Las Mamas contra el Paco y a favor de la Vida que patrullan las esquinas donde el paco mata. No esperan subsidios: organizan talleres, buscan a los chicos en la madrugada, luchan.

4. Los Economistas de lo Concreto
Como los cooperativistas de La Plata que transformaron basura en ladrillos ecológicos. Hoy construyen casas con lo que otros tiran.

Por Qué Deberíamos Mirarlos

Estas historias no son «notas color» para el cierre de los noticieros. Son el antídoto contra tres venenos modernos:

  1. El cinismo («Nada cambia»).
  2. La comparación obsesiva («En Noruega esto no pasa»).
  3. La espera pasiva («Que lo solucione el gobierno»).

Estos héroes prueban que la grandeza de un país no está en su PBI, sino en su gente cuando decide no rendirse.

Un Ejercicio Urgente: Cambiar el Foco

Propongo algo radical: una semana sin hablar de políticos, economistas o famosos. Que los medios, las redes, nuestras conversaciones iluminen a los que tejen redes de supervivencia y afecto:

  • El carnicero que hace descuentos a abuelas.
  • El joven que creó una app para conectar donantes de medicamentos.
  • La abuela qom que preserva su lengua enseñándola gratis.

Siete días de desintoxicación. Siete días para limpiar el ruido y volver a escuchar lo importante. Porque solo cuando callen los egos de siempre, recuperaremos la claridad para entender qué necesitamos realmente como pueblo.

Entonces, con las prioridades en orden y la empatía reconectada, podremos exigir —con la fuerza de quien sabe lo que vale una comunidad— que se cumpla lo que creemos y queremos.

La Patria Es el Otro
Detrás de cada estadística hay una persona que no esperó rescates. Que convirtió su dolor en herramienta, su precariedad en inventiva. Esa es la Argentina real: la que no pide permiso para construir futuro.

Como dijo una madre de comedor en González Catán: «Nosotros no salvamos al mundo. Salvamos a nuestro mundo». Quizás ahí esté la clave: empezar por lo pequeño, pero empezar ya.

por Pablo Ruda

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